La preocupación por entender la magnitud física del tiempo es antigua en la cultura. El tiempo se considera para medir la duración de los acontecimientos así como la separación entre ellos. Se separan secuencias y se define qué es pasado, futuro y presente. Esta última categoría está formada por los eventos simultáneos a quien lo vive. La palabra tiempo proviene del latín tempus, este del protoitálico tempos (extensión)y este del protoindoeuropeo. El tiempo define la duración de las cosas que pueden cambiar, determina las épocas, los períodos, los siglos, días, horas, etc., y fue tema de estudio en las religiones, la filosofía, la ciencia y las artes.
En la mitología griega se personifica el tiempo en las figuras del titán Cronos, hijo de Urano (el cielo) y de Gea (la tierra).Cronos, llamado Saturno por los romanos, destronó a Urano, se unió a su hermana Rea y asumió como rey de los dioses. Pero Cronos sabía que sus hijos lo iban a destronar, por lo que devoró a cinco de ellos al nacer. El sexto fue Zeus, que se salvó al ser ocultado por Gea. Zeus abrió el vientre de Cronos, liberó a sus hermanos y en una guerra derrotó a su padre.
En la simbología del arte renacentista el tiempo se representa como una figura alada, desnuda, con una guadaña o una hoz. También se representa con la clepsidra, el dragón, la serpiente uróboros (que se muerde la cola), el reloj de arena, las cuatro estaciones, las alegorías de los meses del año, el Zodíaco, etc.
Las tres edades y la Muerte (1541/1544) Pintura de Hans Baltung
Las grandes religiones monoteístas han dividido el tiempo en cuatro partes. El tiempo en que el dios creó el mundo y los seres vivos en la tierra original o Paraíso, el tiempo posterior de prueba hasta la llegada de todos los profetas, el tiempo en el que vivimos, que terminará con el fin del mundo y el tiempo final en que viviremos con las almas y el dios. El historiador del arte Abraham Haber (1924-1986) lo escribió así: “El hombre tiende a dividir el espacio y el tiempo en cuatro partes. La clasificación del ciclo anual de las cuatro estaciones es antiquísima y parece responder al ciclo de la naturaleza. En cambio, la división de la historia en cuatro edades es reciente y es de tipo convencional. Sin embargo nos encontramos cómodos en ella y a pesar de las críticas realizadas y de las propuestas de nuevas clasificaciones, los historiadores siguen ateniéndose a ese esquema. Lo cierto es que la mítica cuaternidad del tiempo persiste en la actualidad científica.” Y concluía Haber señalando que se debería “indagar en las profundidades de la historiografía actual para sacar a luz los supuestos inconscientes sobre los cuales lo absoluto basa su resistencia a ser desalojado” y recomienda “ver las lucubraciones de Claude Levi-Strauss acerca de las clases de fechas y de los códigos de la historia en el último capítulo de El pensamiento salvaje”[1].
Muchos autores, en la literatura, reiteran lugares (locus) que aluden al tiempo: vita flumen (la vida es un río), tempus fugit (el tiempo vuela), carpe diem (cosecha cada día, aprovecha el momento), dum vivimus vivamos (vivamos mientras vivimos), collige, virgo, rosas (recoge, doncella, las rosas), cotidie morimur (morimos cada día), sic transit gloria mundi (así pasa la gloria del mundo), vanitas vanitatis (vanidad de vanidades), ubi sunt? (¿dónde están?), Paradise lost (Paraíso perdido).
Entre muchas posibles citas, tomemos una: en 1879 José Hernández escribió sobre el tiempo en la payada entre Martín Fierro y el Moreno.
EL MORENO
Si responde a esta pregunta
téngasé por vencedor;
doy la derecha al mejor;
y respóndamé al momento:
cuándo formó Dios el tiempo
y por qué lo dividió.
MARTÍN FIERRO
Moreno, voy a decir
sigún mi saber alcanza;
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir;
no tuvo nunca principio
ni jamás acabará,
porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá;
y si el hombre lo divide
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta que vivir.
Otro tanto encontramos en el folclore urbano: ¿Dónde estará mi arrabal? / ¿Quién se robó mi niñez? / ¿En qué rincón, luna mía, / volcás como entonces/ tu clara alegría? (Tinta roja, de Sebastián Piana y Ovidio González Castillo).
La presencia de la exposición Los ’80. El rock en la calle, en el Museo Histórico Nacional, entre mayo y agosto de 2022, confirma el modo en que el tiempo es considerado como símbolo que cruza transgeneracionalmente la cultura.
El ecosistema físico del tiempo es enfrentado por la relatividad general en los eventos del espacio-tiempo. Preguntar qué hora es en este momento, únicamente tiene sentido en relación con un observador particular. Distancia y tiempo están íntimamente vinculados. El tiempo que se necesita para que la luz recorra una distancia es el mismo para todos los observadores. En definitiva, entender qué es el tiempo se complica precisamente porque estamos transcurriendo en él y no existe una teoría aceptada para medir períodos tan pequeños como los cotidianos de nuestra vida. Una definición operacional del tiempo, es decir la demostración de un proceso —como una variable o un objeto— estableciendo un sistema específico, permite observar ante un número de repeticiones estándar cómo se suceden los segundos de un reloj, los latidos del corazón, las fases de la luna o los movimientos del péndulo. Nos mostrará el transcurrir en un espacio definido, pero no sirve para descubrir la naturaleza del tiempo ni porqué los hechos se ubican adelante y atrás en el espacio, y en cambio en el tiempo sólo se suceden en una dirección. Sin embargo, los investigadores científicos han demostrado que en los bordes de los agujeros negros el tiempo puede dilatarse.
La representación del tiempo que se hacía en el período paleolítico se basaba en dibujar el movimiento recurriendo a múltiples formas de realización, como el estiramiento de los miembros de los cazadores y corredores, la multiplicación de piernas y patas de animales y aun de la cabeza, o la reiteración de un arma entre quien la lanza y quien la recibe. La lectura que hace el común de las personas también recurre al envejecimiento de los materiales, que sigue siendo desde la antigüedad la base de los instrumentos de medición (por ej. el carbono 14). El modo de graficarlo más sencillo es la línea del tiempo, donde los puntos son momentos y los segmentos representan los procesos.
Los relojes y los calendarios nos han sometido desde su existencia a sus ritmos, lo que se ha acentuado en las sociedades modernas. Los pueblos antiguos crearon indicadores temporales a partir de los movimientos de los astros; esto los llevó a crear monumentos megalíticos como Stonehenge, las pirámides egipcias, el templo maya de Chichen Itzá o el reloj solar de los incas de Machu Picchu y así celebrar las estaciones, los años, los períodos.
Techo de la Capilla Sixtina que representa las distintas escenas del Génesis día por día mas el Diluvio Universal, pintado (1512) por Miguel Ángel Buonarroti
En 1536 Miguel Ángel comenzó a pintar el Juicio Final. Trabajó en él 391 días. La obra fue completada en 1541. En 1546 el Papa Pio IV ordenó cubrir algunos desnudos agregando taparrabos, o taparlos completamente por medio de ropaje, como en los casos de Santa Catalina y San Blas. Esa tarea fue realizada por Daniel Volterra, que la concluyó en 1560. En recientes trabajos de restauración, la obra fue restaurada según la realizara Miguel Ángel.
Se sugiere continuar con la lectura de: Los tres tiempos
Bibliografía
- Bachelard, Gastón.La intuición del instante. Fondo de Cultura Económica.
- Byung-Chul Han. El aroma del tiempo
- Byung-Chul Han. La desaparición de los rituales.
- Carroll, Sean. Desde la eternidad hasta hoy. 2006. Debate.
- Costa A., Gangi A., Glavich E., Levinas M. L., Lindman A., Onna A., Rieznik M., Sauro S. y Szapiro A. (2008) La naturaleza del tiempo. Usos y representaciones del tiempo en la historia. Ed. Biblos.
- Haber, Abraham. Jung y el principio de sincronicidad. Arquetipos y símbolos. (1986) Santiago Rueda Editor,Buenos Aires.
- Priestley, J. B. (1966). El hombre y el tiempo (Juan García Puente, trad.). 1966. Madrid. Aguilar S.A.
[1] Haber, Abraham. Jung y el principio de sincronicidad. Arquetipos y símbolos. (1986) Santiago Rueda Editor, Buenos Aires.