TECNICA, ARTE, VISUAL, PLÁSTICA, LENGUAJE Y DISCIPLINA
Cuando una palabra tiene historia es conveniente conocer su origen. Aristóteles en la Poética define a la técnica como un modo de ser productivo con conocimiento y como una acción dirigida a la obtención de un resultado, de un fin o de un producto. Pero para su ejecución se necesita de un conocimiento, un dominio sobre la materia. Por su definición original y más amplia, el arte significa “habilidad” y es el producto o proceso de la aplicación efectiva de conocimientos y habilidades. Las habilidades manuales estaba reservada para los esclavos y las que requerían innovación era para los “libres”, de donde viene la idea de las “artes liberales”. En la Grecia clásica hacer escultura y pinturas, lo que hoy conocemos como arte era considerado en paridad con el trabajo manual de un zapatero o carnicero, como lo señala Aristóteles. En el mismo sentido en el siglo XVI, la pintura y la escultura fue caracterizada como dentro de la idea de lo plástico (del lat. plastĭcus, y este del gr. πλαστικός), que significa que es capaz de ser modelado, que mediante una compresión más o menos prolongada puede cambiar de forma y hasta conservarla de modo permanente, a diferencia de los cuerpos elásticos. Por extensión, hoy se llama plástico/a a la misma forma y a quien la crea. Artes plásticas designa desde entonces el conjunto de expresiones simbólicas caracterizadas por el uso de elementos maleables para manifestar pensamientos y sentimientos. Si bien son muchas las disciplinas que pueden estar hoy incluidas, hay tres que sobresalieron en el transcurso de la historia y se consideraron como las más representativas: la arquitectura (en De Architectura, Marco Vitruvio Polión -siglo I a.C.- destaca tres aspectos de la disciplina: la utilidad, la belleza y la firmeza), la pintura (que se aboca a la expresión en el plano mediante la utilización de pigmentos) y la escultura (caracterizada por el uso de la materia en el espacio).
Las civilizaciones determinan qué es lo más importante desde los mitos fundacionales, los que regularmente se instalan en un primer tiempo sacro, y están teñidos de los inventos o descubrimientos de la época. Considerar que un dios se asume como escultor para crear instala el evento creacional en el tiempo en que el dominio del barro fue el hallazgo valioso. La creación de las primeras ciudades respondió a concepciones simbólicas del espacio propias del pensamiento mágico, por lo que los fundadores se pierden en tiempos de leyendas. Los grupos primitivos que circulaban en la prehistoria, desde antes de establecerse en poblados consideraban que la naciente del sol o su cenit eran direcciones (espacio) o momentos (tiempo) principales para la vida, y esa creencia gana en el tiempo carácter de símbolo mágico, astrológico y religioso. Esta idea llega a la orientación de las primeras ciudades y principalmente de sus templos.
Ciudades como Jericó (el lugar donde los israelitas entraron a la Tierra Prometida, dirigidos por Josué, el sucesor de Moisés), Mohen Jodaro, Ur o ‘In Hazaleja fueron organizadas como ciudades-estado con un gobierno religioso. En Grecia, cuando sus habitantes fundaron ciudades tras el colapso de la civilización micena, se atribuyeron esas fundaciones a Cécrope hijo de Gea, a Teseo recién llegado de vencer al Minotauro, a Cadmo, Argo, Dédalo y Heracles, entre muchos otros. En estas sociedades de religiosos, militares y esclavos, que valorizan las ciudades, ¿cómo no considerar la arquitectura como madre de todas las artes?
Fue Aristóteles quien, sintetizando el pensamiento de la época, señaló que el arte es fruto consciente de la producción humana y requiere por lo tanto el dominio de un estudio y una técnica. Para su pensamiento también estaba en la misma categoría la construcción de puentes, la medicina y la artesanía, por ejemplo. Aquello basado en el instinto, la experiencia o la práctica no sería arte.
Galeno (Grecia 200/120 a.C.) clasificó las artes como las serviles o vulgares -realizadas por los esclavos griegos con trabajo físico y manual, a las que hoy llamamos oficios- y las liberales, que suponen mayor uso del intelecto por sobre la fuerza y que debían ser realizadas por los hombres libres. La idea de bellas artes es considerada propia de la Ilustración del siglo XVIII y nace para señalar la búsqueda de la belleza y de la buena forma y diferenciarse tanto de las artes manuales o mecánicas, como de las “liberales” (la gramática, lingua; la dialéctica, ratio; la retórica, tropus; la aritmética, numerus; la geometría, angulus; la astronomía, astra y la música, tonus). En la Introducción que escribió D’Alembert para la Enciclopedia (1751) reúne la pintura, la escultura, la danza, la música y la poesía como las bellas artes, hasta que la poesía y la oratoria se separan como las bellas letras. En el siglo XIX se independizan la danza y la música, quedando reducida la idea a la pintura y la escultura. Hoy el concepto desgastado de bellas artes incluye las disciplinas de dibujo, grabado, cerámica artística, historieta, fotografía, cine y video en muchas partes del mundo, aunque en la práctica es reemplazado por la idea general y de poca definición precisa de artes visuales, como señala Elena Oliveras. El concepto de artes visuales surge cuando -durante la II Guerra Mundial- los artistas europeos emigrados a Nueva York desarrollan su producción artística rompiendo los límites formales de las disciplinas tradicionales, impulsados por la aparición del collage (1912, Picasso), que puso en crisis la tradicional unimaterialidad de la pintura, y por la creación del ensamblado, del Merz (1917, Schwitters), del ready made (1919, Duchamp) y por las vanguardias a la sombra de Marcel Duchamp. En la década del ’50 el principio visual predomina sobre el de plástica. En Argentina, en 1958 se definen los nombres de las Escuelas de Enseñanza Artística, como la Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova, la de Artes Decorativas convertida en la de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y la de Artes Visuales Manuel Belgrano, lo que muestra la puja entre los conceptos.
En la concepción de las artes plásticas, fortalecidas por las normas surgidas de las Academias, se reconoce el desarrollo de disciplinas definidas como pintura, escultura, grabado, dibujo o –posteriormente- fotografía, con límites claramente identificados por sus métodos, prácticas, materiales y técnicas. Desde esta concepción reaccionaron buscando disciplinar para sostener un proceso de renovación con recursos como incorporar a la pintura la escritura, el uso de la línea en la pintura o el color en el dibujo y la impresión del color y el gofrado en el grabado, el sonido, las imágenes en movimiento. Pero esos movimientos no impidieron la natural tendencia de los artistas de crear producciones interactivas analógicas y digitales, poniendo en crisis cada concepto con el que se pretenda nuclear y estabilizar definiciones.
Hoy los artistas que se reconocen como visuales son en general los que se desplazan de su disciplina original hacia las otras creando ambientaciones, instalaciones, historietas y obras interactivas por medios digitales. Muchas, como las intervenciones urbanas, las proyecciones, el arte correo, la performance o el videoarte son abiertas, tienen un origen confuso y combinan sintaxis de diferentes lenguajes, resultando contradictorias con los conceptos de norma y disciplina. Parte de esas búsquedas se han dirigido hacia las realizaciones fuera del circuito de arte, interactúan vinculando las obras de dos, tres y cuatro dimensiones, operan con objetos encontrados y los descontextualizan, intervienen reproducciones de pinturas o fotografías conocidas, recurren a la música o a la luz, se alimentan del cómic, del imaginario popular y de los medios de masas, de elementos de la publicidad, de la señalética urbana y del diseño, usan al propio cuerpo como soporte o crean obras que realizan y multiplican terceros. Los artistas visuales, en las últimas décadas, recurrieron a la apropiación de una cantidad ilimitada de recursos y de estilos actuales y de siglos pasados que incorporan a sus obras multiformes. Justifican el permanente desbordamiento de una disciplina a otra investigando la dinámica comunicacional y estética de materiales, soportes, técnicas y contextos. Utilizan los recursos de la información por la comunicación digital y con las nuevas condiciones de movilidad para viajar en un escenario internacional donde lo global y lo local interactúan y confrontan, en un proceso constante en el que las metrópolis fagocitan y los suburbios resisten. En la búsqueda de nuevas estrategias expositivas, los artistas comparten la construcción de su discurso con los curadores. La experimentación expande la obra fuera del circuito con permanencia durante pocas horas, semanas o meses, al espacio público, los sitios abandonados, la muestra en Internet o en los medios.
Bibliografía de referencia
Acha, Juan. Arte y sociedad latinoamericana. Sistema de producción. F.C.E., 1990.
Calabrese, Omar. El lenguaje del arte. Ed. Paidós. España, 1987.
Groupe μ. Tratado del signo visual. Ed. Cátedra. Madrid, 1993.
Joly, Martine. Introducción al análisis de la imagen. La Marca Ed., 2009.
Oliveras, Elena. Estética. La cuestión del arte. Ed. Ariel Filosofía. Bs. As., 2005